por Manuel Nacinovich
Podría decirse que gracias al limitado calendario escolar, en la vida de Alexandra y Rodrigo apareció Paraguay. Ambos son maestros en España, y encontraron a través de milONGa una oportunidad que encajaba a la perfección. En el país guaraní conocieron una realidad muy distinta a la suya, en donde debían reinventarse y ser creativos todos los días. En donde, pese a las carencias del lugar, los sorprendía la ilimitada generosidad de las personas. Y en donde, además, experimentaron lo que significa disfrutar y valorar las pequeñas cosas.
⇒ Si piensan en Milonga, ¿qué es lo primero que se les viene a la cabeza?
Rodrigo: “A mí una oportunidad, la verdad. Porque estábamos buscando algo así, no terminábamos de encontrarlo, y apareció milONGa y nos dio un proyecto que encajaba bastante bien con lo que buscábamos. Estábamos bastante perdidos y desde milONGa nos lo pusieron muy fácil”.
Alexandra: “La verdad que sí. Nos costó un poco decidir qué experiencia queríamos hacer y estábamos limitados de tiempo porque aquí en España somos maestros, entonces tenía que ser sí o sí en julio o agosto. Y milONGa nos dijo no os preocupéis, os vamos a encontrar un sitio donde haya algo parecido a una enseñanza lectiva, que es lo que vosotros queréis”.
⇒ Ustedes venían no solo de un país muy distinto sino también de un continente muy distinto. ¿Se acuerdan de qué fue lo primero que los impactó?
Alexandra: “Uf…”
Rodrigo: “Yo sí, yo recuerdo que dije ‘aquí no están las calles puestas’ (risas). Claro, yo me imaginaba Paraguay como un país humilde pero… me chocó mucho. No había aceras, por ejemplo, o los vehículos… la verdad es que es otra realidad muy distinta a la que vivimos día a día”.
Alexandra: “Sobre todo al principio, con las primeras personas que hablamos, que nos acogieron en su casa, me impactó el ritmo de vida. Aquí en España siento que todos vamos corriendo, todo es más frenético, todo tiene que ser ya, y allí era más… si te ponías a conversar con alguien, pues la conversación quizá duraba dos horas y no había prisa. Conversábamos sobre ‘¿cómo es esto en tu país?, ¿y aquí cómo hacéis?’. Entonces era ese sentimiento de decir ‘nos hemos tirado en una sobremesa tres horas y no ha pasado nada, y el mundo sigue igual’”.
⇒ ¿En qué los hizo crecer milONGa?
Alexandra: “En valorar las pequeñas cosas. Yo recuerdo que cuando llegamos allí hacía mucho calor, la ducha era fría y en un principio lo agradecíamos. Pero de repente vino una ola de frío y empezamos a valorar de verdad lo que era tener calefacción, que teníamos en nuestra casa en España, o que el agua saliese caliente, o pequeñas cosas que en el día a día no te dabas cuenta. Recuerdo volver de ese verano, abrir el grifo de nuestro hogar y decir ‘qué suerte tengo’. Y a nivel profesional fue experimentar la realidad que tenía esa escuela en Paraguay y la que tenemos nosotros aquí, que a veces nos quejamos de vicio. Quizá nos quejamos porque la fotocopiadora no es tan rápida o no ha sacado tantas copias como querías. Y en Paraguay tuvimos que enseñar matemáticas con piedras, palos, sin una pizarra, debíamos reinventarnos cada día. Era valorar cada pequeña cosa”.
Rodrigo: “Yo también valoro esto que se dice en muchas canciones, que es verdad, y es que los que menos tienen son los que más te dan. Y es verdad. Íbamos al barrio más pobre que he visitado en mi vida, y yo me sentía mal porque todos me daban cosas a mí. Los niños me traían sus juguetes, me traían sus dibujos…”
Alexandra: “ Y comida. Nos traían comida a todas horas las mamás del colegio”
Rodrigo: “Sí… y uno decía ‘¿pero qué me estáis trayendo a mí? ¿Si no tenéis prácticamente nada por qué me das a mí cosas?’ Y ahí te das cuenta de que hay un egoísmo en el mundo que nos va comiendo a veces el terreno. Pero allí… daba gusto. Daba gusto porque… porque te daban todo lo que tenían”.
⇒ Me ha contado un pajarito que en Paraguay hubo propuesta de casamiento ¿Puede ser?
Alexandra: “Puede ser, puede ser” (risas)
Rodrigo: “Es cierto (risas). Último día… ahí me la jugué.
Alexandra: “La verdad es que yo no esperaba nada. Nos hicieron además una fiesta de despedida, yo recuerdo ver a todos los niños en fila, y que Rodrigo empezó a decir unas palabras, diciendo cosas muy bonitas hacia los niños, sobre lo importante que es la educación, que valorasen el poder ir al colegio, y de repente acabó con la propuesta de casamiento y… yo alucinaba. No me lo podía creer. Y con un montón de espectadores chiquitos, porque todos los niños miraban como si estuviesen viendo una película de Disney. Yo estaba llena de barro porque habíamos estado jugando al fútbol con ellos, con el pelo recogido, y me sentía una princesa de Disney, porque todos miraban como diciendo ‘¡wow, os váis a casar!’. ¡Fue increíble!”
⇒ De hecho, al casamiento invitaron a algunas personas de Paraguay, ¿no?
Alexandra: “Sí, sobre todo a la familia que nos acogió”.
Rodrigo: “Sí, es que nos acogió súper bien, nos proporcionaron de todo, tuvieron un montón de paciencia, e incluso a mí casi que me salvaron la vida, porque un día me dio un golpe de calor y me atendieron súper bien. La verdad que un recuerdo buenísimo. Por desgracia no pudieron venir, pero estaban invitadísimos”.
Alexandra: “Y de hecho seguimos teniendo relación con ellos. Nos felicitamos en Año Nuevo, en Noche Vieja, de vez en cuando hacemos una videollamada. Porque la verdad que para nosotros fueron en su momento muy importantes y es un recuerdo que siempre vamos a tener”.
Rodrigo: “Sí, y cuando pasa algo muy importante se los hacemos saber”.
Alexandra: “Con el nacimiento de nuestro hijo, por ejemplo. Ellos se preocuparon mucho durante el embarazo… cuando nació…”
⇒ ¿Qué creen que puede aprender Europa de América Latina, y viceversa?
Rodrigo: “Yo creo que en Europa tenemos que aprender un poco a vivir y a dejar de pensar tanto en el trabajo. Bajar el ritmo, vivir un poco, tomarnos nuestro tiempo cuando estamos con la gente. A disfrutar de las personas un poco más. Y Sudamérica, pues yo creo que tiene que aprender, sobre todo, a tener cultura como país y a trabajar unidos por conseguir cosas juntos”
Encontrarás el video completo de esta crónica en nuestro perfil de instagram @milonga_project
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