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Los dos meses más intensos que he vivido


Antes de viajar, mi miedo principal era cómo comunicarme y vivir la experiencia de voluntariado al máximo. Adicionalmente, mi enfoque era mejorar mis habilidades en ayudar y relacionarme con otros, al igual que conocer nuevas culturas y realidades. Tan pronto como llegué, en los primeros días, me sentía ansiosa y con miedo de cómo serían los siguientes pasos. Sin embargo, con la bienvenida de Norma, me sentí más cómoda y segura.


Al principio, el contacto con los beneficiarios fue un poco difícil por el idioma y las diferencias culturales, pero con el tiempo pude acercarme a ellos y comprender un poco de la realidad de cada uno. A lo largo del tiempo, lo que más me impresionó fue la organización del Instituto y los cuidados de los tutores hacia los residentes e incluso hacia mí. Además, el cuidado y la atención que Norma (mi tutora) siempre me dió y la casa en la cual estaba viviendo, era algo muy importante que me ayudó a vivir bien esta experiencia, ya que sentía que cuando yo necesitara algo, ella estaría allí.

Por supuesto, la adaptación fue un poco difícil, como cualquier otro proceso. Sin embargo, debido al corto tiempo que me iba a quedar, traté de estar lo más disponible posible para vivir esta experiencia completamente y fue realmente un momento único en mi vida. Podía ver los esfuerzos de los residentes para entenderme y enseñarme un poco sobre su realidad y compartir un poco de mi conocimiento. Además, todos los trabajadores siempre eran muy pacientes y disponibles para explicarme las actividades y ayudarme con cualquier dificultad que surgiera. Estos pequeños actos fueron fundamentales para vivir el intercambio voluntario y tener una buena experiencia.

Durante este periodo, puedo citar varias situaciones que marcaron esta experiencia. Los dos momentos más impactantes para mí fueron cuando una familia no tenía a dónde ir, aunque tenían poco tiempo de haber llegado, creamos una buena conexión y eso hizo este proceso un poco delicado. Verlos en una situación tan vulnerable me hizo repensar mis elecciones personales y esa fue la primera situación que me hizo tener equilibrio emocional y comprender hasta qué punto podía ayudar. Otro aspecto que hizo esta experiencia tan hermosa fue comprender el afecto y el respeto que pude crear con los residentes. Cada vez que una familia dejaba el albergue o cuando alguien ingresaba, siempre era un proceso difícil por el idioma, la cultura o por el simple de decir adiós a la gente que se marchaba, sin duda alguna, fue algo singular.

En general, lo que puedo decir de esta experiencia es que me cambió la vida. Primero, deje Brasil con la expectativa de ayudar al prójimo, y que me podría comunicar bien en otro idioma, pero cuando llegue a Valencia comprendí que no sabía español (risas), lo que hizo el proceso de aprender y vivir juntos más hermoso. Segundo, fue algo que me sacó de mi realidad y me transportó a un lugar muy diferente, con gente diferente e historias impactantes. Varias experiencias me hicieron crecer y madurar personalmente, las cuales definitivamente me llevaré para mi vida. También me llevaré los momentos únicos e intercambios que tuve con cada persona.


Ante todo esto, lo que puedo decir es que sobrepasé mis expectativas, fueron los dos meses más intensos que he vivido..





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