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TODA VIDA TIENE ESPERANZA

Juan Sebastian Mejia Cifuentes


Antes de viajar, me hacía mucha ilusión conocer un nuevo país y, sobre todo, aprender un nuevo idioma.


En cuanto a las expectativas, no creo que fueran muy positivas porque el lugar donde iba a vivir era una comunidad terapéutica para tóxicodependientes, así que tenía la sensación de que no sería fácil.


De hecho, llegué con un poco de miedo y pánico, pero me recibió otra voluntaria de la Fazenda da Esperança que me dio la bienvenida y me explicó un poco cómo funciona la granja (el trabajo, la convivencia y la espiritualidad).


Cuando conocí a la gente me asusté un poco porque, además de vivir con ellos, iba a convivir con ellos, pero me acogieron de una forma que me hizo sentir en confianza, como en familia. Lo que me costó al principio fue el idioma, ya que no tenía a nadie que me diera clases básicas y los chicos a veces no tenían paciencia con mi poco portugués. Pero esas fueron sólo algunas de las personas que se recuperaron.


No creo que tenga una experiencia que pueda catalogar como la más bonita o la menos bonita, todo fue una experiencia que ocurrió en todo momento, tanto en los malos momentos como en los buenos, es una experiencia que consiguió tocar fibras sensibles de mi alma que me hicieron sufrir, pero también me ayudaron a madurar y a superar mis propios límites.



Aprendí mucho sobre la drogodependencia y sobre cómo entra en la vida de las personas y les va arrebatando cosas poco a poco. Al principio es imperceptible, pero con el tiempo se lo lleva todo, desde las cosas materiales hasta la dignidad humana. Ahí es exactamente donde me tocó esta experiencia, no porque yo sea drogadicto, sino porque si estas personas que lo han perdido todo en su vida están dispuestas a seguir adelante, yo también puedo hacerlo. Puedo resumir mi experiencia en una frase que es muy común en Fazenda: "Toda vida tiene esperanza", y eso es lo que me dio Fazenda. 


Ahora que estoy terminando mi experiencia, no puedo dejar de sentirme orgulloso de lo lejos que he llegado y de lo lejos que voy. Al principio dije que mis expectativas no eran muy buenas y ahora que estoy terminando mi experiencia puedo decir que tenía razón, pero que fue sólo el 10% de la experiencia que viví.



Me llevo esperanza y madurez para afrontar la vida.


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