Desde milONGa, hemos realizado una entrevista a Bruno y Zoe, una pareja de argentinos que desde hace un año y medio han decidido emprender un viaje de donación en Kenia y Sudáfrica, África. Una experiencia que ha cambiado sus vidas y sobre todo que ha abierto su corazón y mente a países y culturas totalmente diferentes a la suya.
Bruno y Zoe son una pareja de Tucumán, provincia al norte de Argentina, él es fotógrafo y ella profesora de educación especial. Actualmente se encuentran en el Hogar de niños Familia Ya Ufariji en Kenia; y desde hace ocho meses comparten con un grupo de niños que en su mayoría han sido rescatados de las calles y que buscan regresar con sus familias o tener un nuevo hogar.
Anteriormente, estuvieron medio año en Kenia y tres meses en Sudáfrica, en la Fazenda de la Esperanza, una comunidad terapéutica con más de 35 años trabajando en el proceso de recuperación de personas que buscan liberarse de sus adicciones, especialmente del alcohol y las drogas.
Durante la entrevista pudimos ver lo unidos que son como pareja y lo mucho que les apasiona ser voluntarios; eso sin duda, puede inspirar a muchas personas que quieren vivir algo semejante a lo que están realizando ellos.
Los invitamos a leer la siguiente entrevista:
Bruno y Zoe cuentan que desde muy jóvenes tenían el deseo de visitar África, y poder colaborar en lo que pudieran. Esta idea se concreta antes de casarse, ya que dentro de sus planes como pareja estaba el cumplir ese anhelo que ambos compartían. “Parte de lo que nos influenció visitar África fue lo que teníamos en nuestro imaginario, si bien es cierto que la desigualdad está en todos lados, incluida Argentina; pero era más el deseo de conocer la cultura, esta experiencia con algo totalmente diferente, por lo menos eso era lo que imaginábamos que íbamos a encontrar, otras maneras de ser, de pensar…” nos cuenta Zoe.
Mientras que para Bruno el hecho de ser fotógrafo de profesión y que consumía muchas imágenes de África lo hacían despertar un mayor interés de poder comprobar con sus propios ojos eso que había escuchado y visto “… Siempre me preguntaba qué hay allí ¿todo lo que me muestran es así realmente? veía imágenes de África de miseria, guerra, hambruna, gente huyendo de sus lugares, entonces quería conocer desde mis ojos qué tan cierto era eso, conocer la realidad desde mí mirada…”
Una realidad distinta, nuevos sabores y texturas
Para Bruno y Zoe viajar por África significaba cumplir un anhelo muy profundo; anhelo que los llevó a darse cuenta de los muchos privilegios que tenían y del valor diferente de las cosas. “La vida simple que yo me imaginé, fue real, como para dar un ejemplo: un litro de agua potable es más importante que un celular, pude vivirlo así de esa manera, nosotros en la Fazenda llegamos en el momento en que no había agua, entonces teníamos que buscar agua con un burro hasta un estanque, y la verdad es que es agua sucia no es agua potable y no solo nosotros buscábamos agua allí, sino también un montón de familias de los alrededores…” expresa Zoe.
Las diferencias culturales al inicio de estas experiencias pueden ser difíciles; no fue la excepción para esta pareja de jóvenes que tuvieron que adentrarse a una cultura con distintos matices y que va a su propio ritmo. “Personalmente creo que lo más difícil por lo menos para mí, ha sido la comida que es muy diferente a lo que estaba acostumbrada; me costó un poco asimilar estos nuevos sabores, nuevas texturas, pero creo que lo más me costó es que si bien es una cultura súper acogedora y la gente nos recibe muy bien, no son muy afectivos en cuanto al contacto físico, entonces la gente no se abraza mucho, no se besa, no son tan demostrativos como somos en Argentina, en Tucumán…” cuenta Zoe.
Bruno nos explica que lo más difícil para él fue la barrera del idioma, pero que poco a poco va mejorando con ayuda de los niños del hogar Familia Ya Ufariji. “Yo todavía estoy aprendiendo inglés, no me gusta pero voy progresando día a día…Eso no quiere decir que sea una imposibilidad para la gente que quiera venir. Creo que el idioma más importante es el del corazón; la comunicación afectiva de la mirada horizontal, de poder hacer sentir y reconocer a la persona por lo que es, ya sea un niño, un adulto, etc… No es una excusa el idioma para gente que quiera venir ¡busquen otra excusa!”. Nos dice entre risas.
Diversas maneras de donarse
Entre las actividades que llevan adelante en el Hogar Familia Ya Ufariji, nos explican que son bastantes variadas, como pintar el hogar, digitalizar archivos, escribir un artículo mensual y distintas actividades en concreto con los niños: clases de baile, entrenamiento de fútbol, y clases de computación que ambos están dando. “…
Hacemos actividades para jugar con ellos, compartir la cena, los fines de semana vemos películas, compartimos mucho, jugamos mucho, y son en esos momentos que tratamos de entregar al máximo nuestro amor, de trabajar con ellos el respeto, el agradecimiento, el perdón…», explica Zoe.
Otra actividad que disfrutan mucho es el poder festejar los cumpleaños de los niños, algo muy lindo que los hace sentir felices, debido a que en la cultura africana la celebración del cumpleaños no es algo importante.
“Una de las actividades que es muy linda es cuando hacemos los festejos de los cumpleaños, la verdad que aquí también a nivel cultural festejar el cumpleaños no es algo muy importante, entonces muchos no saben cuándo es su cumpleaños y exactamente no saben cuántos años tienen, y a nosotros nos parecía algo importante, el poder festejarlos y que ellos se sientan importantes; que hayan estado viviendo en la calle, puede hacer que no sientan esa importancia y dignidad que tienen… La verdad es súper recomendable para todos los que hacen voluntariado con niños festejarles los cumpleaños y darles ese valor especial”, dice Zoe.
El gran aprendizaje y crecimiento personal que han encontrado Bruno y Zoe en esta experiencia de voluntariado nos motiva a dedicarles una segunda parte, así que en la próxima entrega seguiremos conociendo más de este viaje fraterno por África. ¡No se la pierdan!
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